Por: Javier Benítez, coach y autor en temas de Felicidad; y fundador de Sé Feliz Academy

Las ramas de los árboles se doblan para aguantar el peso de los frutos sin quebrarse.

Quiero compartir contigo algo sorprendente que me ocurrió hace muchos años y que fue toda una lección de vida.

Por aquella época estaba bastante sobrecargado con miles de cosas. Ya no podía más y decidí meditar. Llevo meditando desde que tenía diecisiete años; y si bien meditaba con frecuencia, en aquella ocasión busqué la meditación para conectarme con Dios y directamente pedirle ayuda.

Cuando había profundizado en la meditación, Dios o la Energía Superior me dijo: “madura… pero madurar no es ponerse más duro. Madurar es ser más flexible”. El mensaje fue rotundo. Lo sentí con tanta fuerza que decidí reflexionar cómo estaba siendo mi vida; y, efectivamente, me di cuenta de que yo no era flexible. Siempre buscaba tener todo bajo control y cualquier cambio de planes me frustraba.

Desde entonces observé la naturaleza con mirada reflexiva y fui consciente de que efectivamente los frutos cuando maduran no se ponen más duros sino que se van volviendo más blandos, más flexibles.

¿Te habías dado cuenta de ese pequeño detalle? Madurar no es rigidez, sino flexibilidad. Madurar es hacerse más humano, obtener la mejor versión de ti mismo, de igual forma que una fruta madura es mucho más sabrosa que una fruta verde inmadura.

La rigidez no es opción en la vida. Los quiebres son consecuencia de la rigidez. Mantenerse es consecuencia de la flexibilidad. Los frutos de los árboles se mantienen gracias a la flexibilidad de las ramas.

La flexibilidad tiene que ver con la apertura de mente y esa apertura de mente tiene consecuencias importantes en uno mismo. Cuando uno se cierra mentalmente, se convierte en alguien mucho más frío. Cuando uno se abre mentalmente, se convierte en una persona más cálida.

La apertura cambia todo, hasta el propio aire que respiramos. Esto no es filosofía; es física. ¿Quieres comprobarlo? Es increíble cómo el cambio de apertura puede hacer que el aire que salga por nuestra boca sea frío o caliente al salir. Vamos a comprobarlo: inspira; ahora abre tu boca ampliamente, pon tu mano delante y saca aire de tus pulmones. Puedes comprobar con tu mano que ese aire que sale es caliente.

Ahora, con el mismo aire y en el mismo ambiente, inspira; cierra tus labios como si fueras a soplar una vela y expira aire hacia tu mano. Comprueba cómo el aire que sale es más frío. Parece magia ¿verdad? La apertura cambia todo. La apertura mental también.

Deja de pelearte con las cosas y las personas. En vez de intentar cambiarlas, aprende a aceptarlas. No trates de complacer a todos. Sé tú mismo, fluye con naturalidad y buenos deseos siempre. Si alguien te tiene antipatía, no la reprimas, deja que resbale en ti. No gastes energía inútilmente. Esa energía será necesaria para llegar donde quieras.

Las opiniones de estas columnas son escritas por profesionales destacados en sus especialidades e independientes de Leasein.