Por tratarse de valorizaciones de empresas que forman parte de una nueva industria (las fintech) aún no hay consenso en cómo debería hacerse, más aún en economías emergentes como el Perú donde el riesgo es distinto, así que hay que asumir posiciones metodológicas.
El número de fintechs se ha incrementado durante este año y se estima que hay cerca de 120 en operación, según un estudio de EmprendeUP y estimaciones de la Asociación Fintech Perú.
Estas nuevas empresas, que brindan un servicio o producto financiero apoyadas en herramientas tecnológicas, siguen expandiéndose debido a los espacios que aún deja la banca tradicional. Esto sucede porque esta a su vez no reacciona tan rápido a los cambios en la forma como las personas y empresas toman sus decisiones.
En ese sentido, es interesante abordar cómo valorizar una fintech y si el tratamiento metodológico de su valorización debería ser similar al que se usa en startups de Silicon Valley.
Valorizar una fintech: ¿Por dónde comenzar?
Por tratarse de valorizaciones de empresas que forman parte de una nueva industria (las fintech), aún no hay consenso en cómo debería hacerse. Más aún en economías emergentes como el Perú, donde el riesgo es distinto, así que hay que asumir posiciones metodológicas. Algunos estarán de acuerdo y otros no, pero lo importante es partir de algo.
Entonces, lo primero que hay que decidir es la metodología a utilizar. Por tratarse de empresas nuevas con mucho potencial de expansión ningún múltiplo comparable le haría justicia a una fintech, sea aplicable a sus ventas, su Ebitda o a su patrimonio. Por ello, lo más conveniente es usar la metodología de flujos de caja descontado, es decir, proyectar el flujo de caja libre del negocio para determinar su valor. Este flujo es traído a valor presente a través de una tasa de descuento construida normalmente por el método Capital Asset Pricing Model (CAMP), el cual, entre otras cosas, mide el riesgo de la industria en que la opera el negocio.
¿Pero cuál es esa industria? De hecho, en los betas (riesgo sistémico de las industrias) del famoso valorizador de empresas, Aswath Damodaran, aún no figura ninguna industria llamada “fintech”.
Aquí viene entonces la segunda gran decisión: ¿a qué industria pertenecen las fintech? Es decir, son empresas financieras que usan herramientas tecnológicas o son empresas tecnológicas que brindan un servicio financiero. Si bien esto puede resultar incómodo para algunas fintechs que se muestran a sí mismas como startups tecnológicas, en su mayor parte las fintechs son empresas que brindan un servicio financiero alternativo a la banca apoyado en nuevas tecnologías o herramientas digitales.
En ese sentido, se debería tratarlas como parte de la industria financiera. Esto, de hecho, beneficia el valor de las fintechs puesto que si fuesen empresas tecnológicas su tasa de descuento sería mucho más alta lo cual castigaría el valor presente de los flujos.
Conclusiones
Para quienes no estén satisfechos con este supuesto siempre hay alternativas, total, las buenas prácticas de valorización de empresas tienen mucho de lógica y poco de dogmas.
Por ejemplo, se puede construir una tasa de descuento que sea una combinación del riesgo de la industria financiera y de la industria tecnológica, pero siempre dándole un peso un tanto mayor a la primera de ellas.
Ahora bien, cuando se valoriza una startup se entiende que el punto de equilibrio ocurrirá dentro de varios años en el futuro. De hecho, muchas de las startups que vemos operar actualmente en el mercado no necesariamente han llegado a su equilibrio financiero o a la recuperación de su inversión, como Wework o Glovo.
Sin embargo, en el caso de las fintechs esto no necesariamente aplica, ya que al tratarse de empresas financieras su rentabilidad (y liquidez) es mayor que en otras industrias y por ello deberían alcanzar su punto de equilibrio en sus primeros años de operación.
Finalmente, no hay inversionista en Silicon Valley que no admita que al final de cuentas ellos invierten en el modelo de negocio y en las personas que lo emprenden, no necesariamente en los flujos financieros pues uno nunca sabe realmente su ritmo de generación.
La misma recomendación aplica al momento de valorizar una fintech. El análisis del modelo de negocio y de la industria es fundamental porque hay que confirmar si las ventanas de oportunidad que hoy le permiten al negocio operar permanecerán abiertas en el futuro. Tan importante es lo anterior como si las personas detrás de la fintech tienen todo lo necesario para convertirla en un caso de éxito.