Por: Isabel Palao, cofundadora y CEO de Máximo

Tener 40 años, ser mujer, vivir en Latinoamérica y querer iniciar un emprendimiento en el sector de finanzas es una combinación que puede ser calificada como un síntoma de locura. Sobre todo, por las variables del género y la edad: mujer de 40 años. 

Al inicio, puede parecernos que con ese calificativo nos están subestimando. Pero ahora, tras varios años ya liderando la fintech Maximo, estoy convencida de que se trata de un calificativo que nos empodera. 

Sin miedo a caer

Para empezar cualquier proyecto, y más aún con las variables previamente mencionadas, necesitamos una dosis de locura. Para continuar y persistir con el fin de alcanzar los objetivos trazados, requerimos una dosis triple de locura y suministrada directo a la vena. 

Según mi experiencia, el comentario “¿tú estás loca?” usualmente proviene de personas que aún no se atreven a poner esa dosis de locura en sus vidas. Eso no tiene nada de malo. Sin embargo, el detalle radica en que con ese mismo comentario te están preguntando: “¿y cómo hago yo para dar ese salto al vacío que tú estás dando?”

Te advierto: quizás, cuando las cosas no resulten como esperas, serán esas personas las primeras en levantar el dedo y decir “te lo dije”. No obstante, considero que lo hacen para no reconocer que les falta valor para atreverse a hacer cosas que los reten.

En lo que a ti respecta, tras los primeros fracasos, tú estarás más fuerte, más grande y contarás con más herramientas para tomar un nuevo rumbo con un grano de locura extra.

Un camino retador

En mi caso, me animé a salir de mi zona de confort a mis 40 años y me aventuré a iniciar una compañía en un ecosistema completamente nuevo y un sector en el cual no tenía experiencia. Pero aposté todas mis cartas y toda la locura posible que pueda caber en mí. El deseo de intentarlo, de lograr lo que había imaginado, era mucho más grande que todas las variables que me jugaban en contra. 

Al inicio, las cosas parecían muy difíciles. Había que estar doblemente enfocado, con el cerebro abierto y en capacidad de aprender a una velocidad de 10X. Era común equivocarse y cada error costaba tiempo, dinero; pero, sobre todo, generaba frustración y culpa: ¿será esto realmente una locura suicida?

Varios años después de animarme a dar ese primer paso, ahora entiendo que todo eso me ha dejado valiosos aprendizajes. Uno de ellos, que comparto con ustedes, es que ante uno o varios errores, lo importante es aferrarnos aún más a ese grano de locura que nos permitió arrancar esta carrera maratónica para continuar con la misma fuerza y fe. 

Sin duda, han pasado días interminables donde solo deseo llegar a dormir y despertar habiendo solucionado el problema. Pero cuando estoy sola conmigo misma, recuerdo todo lo que he avanzado, todo el sacrificio hecho y, sobre todo, las responsabilidades que se han adquirido. Entonces, una dosis de optimismo me inunda y confío que encontraré la forma para superar los diferentes desafíos.  

Pero, así como hay días malos, hay días en los que todo marcha a la perfección, días en que parece que todo en el universo se alineó a nuestro favor. Esos días son el momento perfecto para llenar las baterías de locura y empoderarnos para salir a romperla sea cual sea el resultado del día siguiente. 

Estas experiencias y emociones me han tocado como emprendedora y como madre. Para ambos roles, la locura que inició cada camino ha sido la fuerza que necesitaba para transformar cualquier desafío en oportunidad

Me he topado con miles de situaciones donde las personas subestiman a otros por sus características, género, edad y experiencia. Pero he aprendido que cuanto más distinta eres, más empatía e impacto puedes lograr.

 Así que cada vez que quieras empezar algo, no te límites por la edad, el género, ni siquiera por el idioma. Si te dicen que estás loca, agradécelo. Significa que ven en tus ojos el brillo para transformar lo que quieras.

Las opiniones de estas columnas son escritas por profesionales destacados en sus especialidades e independientes de Leasein.