Por: Viviana Gálvez, periodista de economía y editora del blog de Leasein.

Las lecturas recomendadas para el desarrollo profesional pocas veces incluyen novelas y cuentos. Se cree que los textos de ficción no aportan al desempeño profesional de las personas. Es un grave error. La empatía, la comunicación, el storytelling, la creatividad y la paciencia son algunas de las habilidades que las personas pueden perfeccionar a partir de esta lectura. Estas habilidades blandas pueden ser perfeccionadas también a partir de textos académicos. Pero los textos de ficción tienen un valor agregado. 

Sobre este tema escribí un artículo para Semana Económica el año pasado. Cuando propuse el tema, recuerdo que la editora resaltó que el gran reto sería encontrar ejecutivos en el mercado peruano que pudieran reafirmar mi hipótesis. Grande fue la sorpresa cuando descubrí que muchos líderes empresariales sí eran adeptos a la lectura de ficción y reconocían que ésta tenía un impacto positivo en su día a día al frente de las organizaciones. 

 

Empatía

Uno de los profesionales con quienes conversé fue el economista Carlos Paredes, ex presidente del directorio de Petroperú. “La literatura, a diferencia de un análisis sociológico, político o económico, toca las emociones. Cuando te toca la fibra emocional, el nivel de internalizar el conocimiento o los mensajes es mucho más potente”, destacó. 

Esto se puede aplicar para las situaciones en las que se necesite entender fenómenos sociales nuevos, como es el caso de mayores derechos para las comunidades LGTBIQ+ o nuevos discursos sobre las mujeres. 

Me sucedió a mí con la novela de Pedro Lemebel “Tengo miedo, torero” y el estallido social en Chile, ocurrido a finales del 2019 y que derivó en la decisión de cambiar de Constitución Política. 

Como periodista de economía, mi relación con Chile, hasta entonces, se basaba principalmente sobre los índices y reportes publicados por el Foro Económico Mundial, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo. Por tanto, el estallido social me tomó por sorpresa, al igual que a la gran mayoría de personas dentro y fuera de Chile. De haber leído la novela de Lemebel, publicada en el 2001, mi reacción hubiera sido diferente

Lo mismo se podría decir para entender la realidad social peruana y conectar con las personas en Perú -ya sea en calidad de consumidores, trabajadores o proveedores. Leer una novela o cuento de Ciro Alegría, Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique u otro autor peruano, podría resultar mucho más efectivo que un texto académico.  

Esto se debe a la empatía que se genera en el lector hacia el personaje y su historia. Aquí cobra relevancia lo dicho por Paredes sobre la diferencia entre un análisis sociológico, político o económico y una novela o cuento. Leer las cifras en frío es distinto a identificarse con una historia

 

Storytelling

Precisamente, el storytelling es lo que hoy destacan las empresas: contar una historia para ganar mayor aceptación entre sus diversos grupos de interés. La clave es contar una buena historia. Y aquí, nuevamente, ayuda la lectura de cuentos y novelas (ficción). Gonzalo Carranza, socio y director general de LLYC Perú, con quien también conversé para el artículo, señaló:  “La lectura de ficción puede ayudar a entender las complejidades de la comunicación. Un lector consciente y aplicado puede aprender cómo los escritores le dan diferentes ritmos y estructuras a sus textos o cómo van tejiendo el lenguaje ideal para contar una determinada historia”. 

Todos, en cada momento, estamos contando historias; y todos tenemos un objetivo en mente: captar y retener la atención de nuestro interlocutor. Esto es exactamente en lo que se perfeccionan los grandes escritores de ficción.  

 

Mayor perspectiva

Los cuentos y novelas tienen la ventaja de permitirnos conocer realidades distintas a las nuestras, al tiempo que nos entretienen. Luis Felipe Castellanos, CEO de Interbank, con quien también conversé para el artículo publicado en Semana Económica sobre ficción y liderazgo, destacó que la ficción amplía su perspectiva: “Mi estilo de liderazgo es estar muy en contacto con la gente, hacer visitas, poder hablar con los clientes. Pero eso tiene un ancho de banda limitado. Entonces, todo lo que sea lectura para entender diferentes realidades, romper paradigmas, tratar de entender nuevas formas de pensar termina siempre enriqueciéndote. (…) Siempre se puede relacionar [la ficción] con algo que enfrentamos”.

 

Creatividad y paciencia

Muchos libros de ficción tienen adaptaciones en películas. ¿Por qué optar por los primeros?  

Conversé también con Oswaldo Morales, vicerrector de Investigación encargado de la Universidad de Esan, y él indicó: “las novelas te ayudan a usar la imaginación [a diferencia de una película o una serie]. El líder necesita usar la imaginación, no que se lo den todo masticado”.

Yo añado dos razones más: la paciencia y la concentración. Con un libro, el lector no puede incrementar la velocidad de reproducción; no puede saber en qué acaba la historia (salvo se salte hasta la última página). Lamentablemente, no le queda más que leer párrafo por párrafo, y según lo haya dispuesto el autor. Por otro lado, requiere una dosis de concentración suficiente para entender la lectura. En tiempos actuales, donde el multitasking es tan común, dedicarse a una sola actividad por más de 30 minutos sin distracciones puede ser un gran logro

 

Por todo lo expuesto, los invito a leer un libro de ficción, el que sea, el que les llame más la atención. No tiene que ser uno de un autor renombrado o que narre una historia compleja. Lo importante es que incluyan un cuento o una novela en su lista de lecturas del mes. 



(*) Esta columna de opinión se basa en el artículo publicado por la autora en la revista SEMANA Económica, en la edición del 11 de setiembre, 2022, bajo el título “Más ficción, mejores líderes”