Por: Isabel Palao, cofundadora y CEO de la fintech Máximo
Lidiar con el día a día en tu empresa, inmersa en la operación, tratando de priorizar lo importante frente a lo urgente, puede impedirte ver de manera holística el real impacto que estás generando con tu emprendimiento.
En ocasiones podemos sentir que estamos a 1000 km/h en el trabajo, pero no avanzamos como esperamos. Seguimos intentando estrategias nuevas para acelerar el camino. Sin embargo, sabemos en el fondo que estamos olvidando algo importante que la rutina no nos deja ver.
Para hacer frente a estas situaciones es crucial que aprendamos a detenernos; a mirar desde arriba de manera imparcial y, especialmente, a tomarnos el tiempo de recordar el “porqué” estamos aquí con nuestros emprendimientos.
Usualmente, cuando las cosas se enredan un poco, es mejor volver al inicio, que no es lo mismo que empezar de cero.
Según mi experiencia, el emprender tiene mucha similitud con el ser madre o padre. Sin que nadie nos dé instrucciones, sabemos en qué momento de la vida de nuestros hijos estamos. Así, modificamos nuestras estrategias para seguir cumpliendo la visión que tenemos como padres.
Es decir, no podemos acompañar de la misma manera a nuestros hijos cuando van al nido que cuando van a la universidad. Cuando somos madres o padres, aprendemos a mirar y sentir que las cosas están cambiando y sabemos que hay que girar el timón para seguir a buen rumbo.
En este viaje de la maternidad, al igual que en el del emprendimiento, seguro tendré aciertos y errores. Pero, sobre todo, sé que tengo que aprender a tener claro cuál es mi rol y modificar la manera cómo hago las cosas según las nuevas condiciones.
En el camino del emprendimiento, tener clara nuestra visión, el “porqué”, nos dará el enfoque para lograr nuestros objetivos. El cómo lo vamos a hacer puede y cambiará miles de veces.
Es seguro que vamos a cambiar de estrategia, vamos a cambiar de equipos, vamos a girar el timón… Pero si no tenemos clara la visión y sólo nos enfocamos en el “cómo” lo estamos haciendo, entonces nos vamos a perder y probablemente no vamos a lograr el éxito que esperamos; y todos los días vamos a preguntarnos: ¿qué pasó?
En mi experiencia, el emprendimiento más grande que inicié es el de ser madre. Es el más retador y el que requiere de mí el mayor compromiso y la mayor capacidad de enfoque en la visión.
También viene siendo la mejor escuela para fortalecer mi capacidad de adaptación, elevar mis niveles de resiliencia, desarrollar mi capacidad de trabajo en equipo, afianzar mi técnica de feedback positivo, aprender a tomar decisiones conscientes del efecto que tienen sobre las personas que me acompañan y, sobre todo, aprendo a mantener la visión clara y presente siempre, pues cada acción que realice y cada decisión que tome deben estar alineadas a ella.
En estos tiempos, la velocidad con la que se mueve el mundo, el mercado y la tecnología nos obliga a estar muy atentos al segundo, a reaccionar de forma rápida a los retos que se nos presentan, a tener la capacidad de identificar las oportunidades como a las estrellas fugaces en el cielo. Para eso, necesitamos tener siempre el foco en el “porqué” de la existencia de nuestros emprendimientos, en el motivo por el que hacemos lo que hacemos y la razón de que impacte y trascienda más allá de nosotros mismos.
Es en este punto donde vamos a encontrar respuestas y soluciones a esos problemas que parecen no tener salida.